Tuesday, March 17, 2015

Cosas de mierda

Puede ser que te agarren desprevenido teniendo una vida sin aparentes problemas, quizás algo bueno que te esté pasando pueda eclipsar su constante presencia; lo cierto es que las cosas de mierda siempre están ahí. Y van a estar para siempre.

Las tapas de los termos de mate en general y los metálicos en particular son una de las cosas de mierda que más me gustan, por su capacidad para cagarme cualquier raro buen momento que la vida haya equivocadamente ofrecido. Es su incorregible tendencia a facilitar que el agua en vez de caer suavemente sobre la bombilla elija deslizarse -no sin cierta gracia fotográfica- a lo largo del acero para terminar formando un charco a treinta centímetros de donde tenía que ir. Imaginate lo de mierda que tiene que ser algo para tener un margen de error de treinta centímetros contando con menos de uno de distancia entre el origen, que sería la tapa, y el destino, que sería el mate.

Los auriculares de cortesía son una agresión innecesaria. Ya sean los que vienen con un ipod o un blackberry (este último es una especie de álbum conceptual de cosas que están mal), los que te dan en los aviones o cualquier otra variante, lo que me generan son ganas de tener delante mío al responsable de todo ese dolor de oído externo y poder preguntarle respetuosamente por qué me hizo esto. Por qué me odia? Por qué nos odia a todos? Los auriculares que usted provee son una cosa de mierda.

La tecnología de apertura de paquetes de galletitas es probablemente la misma desde hace ciento sesenta años. Es porque es infalible seguramente. No. Es, de una manera que me deprime mucho y me dan ganas de escribir poesía hablando de la soledad, una de las cosas que más fallan. Si el diseñador de ese sistema se dedicaba a la seguridad nuclear estaríamos todos muertos y el planeta tierra cubierto de nieve. He desatado tormentas de Variedad Terrabusi sin mucho esfuerzo, tsunamis de Merengadas, aludes de Melba. Siempre intentando abrirlos con precisión quirúrgica.


No tiene sentido intentar hacer algo bien con una cosa de mierda, y si de repente estás contento o te das cuenta de que te sentís bien, atesorá lo más que puedas porque ya viene una y arrasa con todo.

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